Es la ambientación que se le da a la película lo que que creo que marca la diferencia. Es como una obra de teatro en la que ves los decorados pero sigues creyendo la historia; aquí sucede igual: ves un castillo en la cima de una montaña al que sólo se accede mediante un puente y te gusta, el camino al castillo que va por el desfiladero, el tren que atraviesa Rumanía... Todo tiene un toque de fantasía mezclado con toque de terror que la hace genial. Por no hablar del papel de Drácula, magníficamente interpretado por Gary Oldman, la serenidad que muestra, cómo se mueve el personaje, sus expresiones cuando no lo ven otros personajes...
Me encanta la parte en que convive en el castillo con Jonathan Harker (interpretado por Keanu Reeves), la tensión que se palpa en esas escenas es brutal, sobretodo cuando este último comienza a sospechar del conde.
En definitiva, una gran película que sorprende sobretodo por el mundo en el que se nos presenta al personaje y por la interpretación del protagonista.
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